19.9.12

Blood, sugar, sex

It's magic, you know

Never believe it's not so.

–Pilot, Magic (1974). 


I have a common answer for everything, and it is magic. Whenever people ask "How is it possible that this is happening?", whether they refer to a storm coming down on an already crappy day or if they are questioning genocide, my first impulse, always, is to simply say "magic". Because it is possible that some woman who happens to practice witchcraft and is in her home, on her room, was just feeling blue at that precise day, at that precise moment, and therefore considered it wise or calmly or just right to summon rainy weather. The same way it is a possibility that some wizard was turned down by a woman from a certain ethnicity and thus decided to curse her entire bloodline, affecting up until the very top of her family tree--which happens to be the base for a common tribe--so killing every memeber of such ethnic group. 
I know it is not a very plausible answer but if physics tell us everything can be, and magic falls upon that category, then magic is an explanation for any behavior or phenomena. 
That is the same reason why, when someone says "I have a huge exam tomorrow morning, how can I stay awake all night?" or "I need to be in two places at the same time, what can I do?" I answer "with magic". Sure, I know that the most likely responses to, say, the first question would be "coffee", "sugar", "amphetamines", or "remind yourself that your life depends on you passing this exam", as for the second question would be "just go to the most important event" or, in any case, "submit yourself to a clonation procedure". Still, I think that magic is just a good enough way to stay awake or to duplicate yourself in order to achieve satisfaction upon any of those two tasks. 
Yes, for you to use magic to stay awake, to appear on two places at the same time, to conjure up some climatic conditions, or to kill or save a certain race, you need, first of all, to have supernatural powers and to be able to tap and alter the situation you are up against to. But it is not my concern if you do, indeed, have powers or, in case you do, if you know how to use them. You were just posing a question and I was just providing an answer. 
And that is why, when on a dark, moonless night, I am coming up to my car in an almost empty underground parking lot, keys in hand, and a serial killer jumps out of nowhere and starts stabbing me violently in the ribs, as I lay on the cold cement, choking on my own blood, I will think "Yup, I told you so. You made some crazy witch or warlock angry, and this is why this is happening to you." 

17.9.12

El gran viaje

me sentía mal un dia y una noche empecé a tener frío y era mucho y le dije a mi mami que hacía mucho frío y me dijo no y me abrazó y me dijo que sí estaba frío y que si me dolía algo y le dije que no y me dijo que si tenía tos y le dije que no sé qué es eso y me dijo que me preguntó que si me dolía le cabeza y le dije sí no me acordaba sí me duele la cabeza, y al otro día me desperté muy temprano porque fue mi mami a despertarme y me dijo que ya que teníamos que irnos pero que no iba a la escuela y me dijo que no desayunara y mi papi también iba y mi mami y nos fuimos juntos en el carro de mi papi y yo estaba feliz mucho porque mi papi ya no iba con mi mami y conmigo hace mucho, y nos fuimos hasta un lugar bien lejos y mi papi metió el carro en un lugar especial para nosotros y enfrente había otro lugar especial y atrás y eran carros pero muy grandes y blancos y con luces y le pregunté a mi mami que por qué eran iguales y me dijo que eran carros para cuando a los niños no los pueden llevar sus papis y le dije que qué bueno que mi papi sí pudo hoy porque hacía mucho que no nos íbamos juntos y me dijo que sí y que si no nos hubiéramos ido en el carro de mi mami, y yo dije que ok pero no me gusta irme en el carro de mi mami porque huele raro y ella da muchas vueltas porque habla por su iphone en el carro, y luego entramos a un edificio y nos sentamos y estuvimos sentados mi mami y yo mientras mi papi hablaba con una señora y ya he visto que mi papi habla con señoras y siempre sonríe entonces no me asusté aunque a mí me dicen que no hable con señoras o señores que no conozco pero mi papi sí hace eso pero con esta señora no sonreía, y luego fue mi mami y me dijo que me quedara sentado, y saqué mi dinosaurio y también tenía mucho frío y también le dolía la cabeza y le pregunté por qué y me dijo que había hablado con una señora que no conocía, y llegó mi mami y mi papi y me dijeron que fuera con ellos y caminamos y en el camino había gente sentada y no hablaban y había gente dormida, y luego fuimos a otro camino y había más señoras que mi papi saludaba y sonreía y si las saluda sí las conoce, y luego pasamos y había un señor con un vestido azul y en una silla y pregunté que adónde íbamos y me dijeron que íbamos a ver a un doctor y que tenía que ser fuerte, y yo ya tenía mucha hambre y le dije a mi mami y me dijo que ser fuerte era también tener hambre y le dije que yo me sentía más fuerte cuando comía y me dijo que a veces no, y fuimos y me sentaron en una cama y llego una señora y me puso una cosa muy fría en el pecho y me dijo que respirara muy fuerte y respiré muy fuerte como me enseñó mi dinosaurio cuando me baño y la señora estaba escuchando música y le dijo a mi papi y a mi mami que ya venía el doctor, y mi papi abrazó a mi mami y mi mami lo quitó y le dijo que no y le salieron unas lágrimas y le dije que no llorara y que yo estaba feliz porque salimos mi papi y ella y yo y le salieron más lágrimas, y llegó el señor y mi papi dijo que era el doctor y el doctor me dijo que abriera la boca y metió un palo de paleta pero no tenía paleta y lo mordí y me dijo que no y que abriera la boca grande como un león y dijera que "ah" y abrí la boca pero la abrí como mi dinosaurio y grite "AHHHH" y el doctor dijo que ok y el doctor sacó una lámpara y vio por mi nariz y mi oído y dijo que ok otra vez y luego se fue hasta el otro lado del cuarto y con mi papi y mi mami y les dijo un secreto, y luego regresó el doctor y dijo que me iban a sacar una nuestra y que fuera fuerte y yo no sé que quería decir con una nuestra y le dije que tenía hambre pero que iba a ser fuerte como mi dinosaurio, y luego llegó otra vez la señora que oía música y esta vez no estaba con música y me dijo que me iba a meter una abuja y que iba a doler poquito y que ella sabía que yo iba a ser fuerte como un dinosaurio y me puso una cosa aquí en el brazo y luego sacó algo y yo pensé que era la abuja y me la enterró y me dolió poquito porque estuvo mucho de tiempo en mi brazo y luego me salió sangre y me puso una bola blanca y me dolía y luego un curita, y luego se fue la señora y mi mami y mi papi decían más secretos y yo pregunté que por qué decían secretos y me dijeron nada y entonces saqué mi dinosaurio otra vez y mi dinosaurio dijo que le dolían más partes del cuerpo y que le dolía cuando caminaba, y otra vez llegó la señora y me dijo que me iba a tomar unas fotos especiales y me agarró de la mano y como mi papi y mi mami iban atrás entonces sí la conozco pero no me acuerdo y ya en el otro cuarto me pusieron un vestido azul y apagaron todas las luces y me acostaron en una cama pero no era como mi cama porque estaba muy fría y de metal y me dijeron que no me moviera entonces yo me quedé porque también me dolían las piernas y la cama se empezó a mover sola y yo cerré los ojos muy fuerte y la cama se puso adentro de una caja blanca y sonaron muchos ruidos y prendieron y apagaron muchas veces la luz y luego la cama se regresó y me dijeron que ya me podía parar, y la señora le dijo a mi papi y a mi mami otro secreto y mi mami lloró más y mi papi la abrazó y ahora mi mami no se quitó aunque mi papi estuviera con otra señora y luego mi mami fue conmigo y me dijo que todo está bien y sacó un bote y se tomo uno de sus dulces de los que me dice que no puedo comer porque son de ella y regresó con mi papi y con la señora y fueron la señora y mi papi y mi mami otra vez por mí y me bajaron de la cama, y yo tenía mucha, mucha hambre y no me aguanté y le dije a mi papi y mi papi me dijo que ok y que teníamos que esperar más, y fuimos a un lugar que se llama la cafetería y me dio risa pero había comida pero sabía normal o fea y yo me comí todo para comer gelatina porque me gusta la gelatina y escogí de color rojo porque es el que sabe mejor pero cuando comes crayones el rojo y el amarillo saben igual pero con gelatina es diferente, y caminamos y había un cuarto donde había muchos osos de peluches pero estaban feos y muchos globos y me preguntaron qué quería y escogí un carrito para que se pudiera subir mi dinosaurio porque ya no podía caminar y a mí también me dolía más y le dije a mi papi que si me cargaba y me dijo que sí, y otra vez fuimos al cuarto y estaba el doctor y le enseño a mi mami y a mi papi y a la señora las fotos pero no se veía nada porque estaban de color negro y el doctor dijo unas cosas pero no le entendí y mi mami lloró otra vez mucho y el doctor le dijo a la señora que se saliera y el doctor se salió, y mi papi dijo que no iba a ir al trabajo y que nos íbamos a ir de viaje y mi mami dijo que había que quedarnos y mi papi dijo que íbamos a ir a Disney y mi mami empezó a llorar más y yo le dije que no llorara a mi mami porque en Disney está Mickey y Mimí y Donald y lloró mucho más y me dijo mi dinosaurio que se sentía mal y que quería llorar y que se iba a dormir y a mí me dio sueño y mi papi dijo que íbamos a estar bien y yo tengo muchas ganas de ir a Disney pero
tengo
mucho
sueño.

12.9.12

Actrices

Escena 1. 
En una heladería de buena fama pero que nunca fue muy popular, ubicada en la colonia Montañas, al poniente de la ciudad, pasan las cinco de la tarde. 
Ella tiene los ojos redondos y cafés. Él usa un anillo grande de oro en la mano derecha. Ella trae el cabello recogido. Él tiene las arrugas de la frente muy marcadas. Ella usa una blusa holgada que deja expuesto su hombro derecho. La tira del sostén es blanca. Él es moreno, tiene más de 40 años. Ella es morena, ronda los 30. Él tiene poco cabello y una camisa pasada de moda. Ella le sonríe y lo mira atentamente. Él busca el ventanal, mira a la mesa de al lado, nos mira a mi amigo y a mí, y vuelve la vista hacia ella, sonriendo, sabiendo que no tiene de qué preocuparse. 
Así es como ocurre: Él tiene una esposa con la que hacía el amor una vez a la semana, y hace dos meses de eso. Tiene dos hijos, varones, uno que cruza la adolescencia y se encierra en su recámara y otro que todavía regresa de la escuela a abrazar a su madre y enseñarle la nota del día. Extraña la época cuando los dos eran más pequeños y los llevaba al parque a jugar, empujarlos en los columpios, perseguirlos en el zacate, sostenerlos en el subibaja. Nunca fue su intención engañarlos pero la conoció a ella, con la que ahora está sentado, y simplemente pasó. Hablaron por primera vez en una convención de ventas y en seguida se fueron a un hotel. Se esconde porque no quiere lastimar a su esposa e hijos, pero esta nueva mujer lo hace sentir algo que había olvidado que podía sentir. 
Ya se está metiendo el sol y él apenas ha tocado su helado. Ella recorre los límites de su vasito con la cuchara, buscando encontrar algo más que saborear. Él la toma del mentón y la acerca. Sus labios se tocan para darse un beso inocente y nada más. Los dos sonríen. 
Suena un teléfono. Es de ella. Busca dentro de su bolso negro y considerablemente grande por unos segundos hasta agarrarlo. Pica un botón, acerca el aparato a su oreja derecha, gira su cabeza hacia el lado opuesto de donde está su amante y responde "¿Hola?... Sí... Sí, ando por aquí... Por la colonia Universidad... Vine a recoger unas cosas... Una tela para un disfraz que necesita Dani. Ya voy para allá, en una media hora llego... ¡También te quiero! Ahorita nos vemos, mi amor... Adiós." Cuelga. Él mira hacia abajo, hacia su helado o a la mesa. Volteo a donde está mi amigo, que ya me está viendo. Únicamente remarco: "Te dije. Solamente, no creí que fuera ella." 

Escena 2. 
En el estacionamiento de un supermercado, está casi vacío porque hoy juega la selección nacional de futbol, y son las nueve y quince de la noche. 
Ella tiene el cabello teñido de rojo y recogido en una cola, su cabeza está adornada por un moño. El maquillaje que usa es exagerado para sus párpados caídos. Trae puestos una blusa de flores y un pantalón azul que resaltan lo ancho de su cuerpo. Luce como de 50 años; probablemente tenga más. Se baja del Honda Accord gris oscuro dando un portazo. Su cara es de molestia. Cruza frente al auto y hace un ademán para que el auto no acelere y la deje pasar. 
Así es como ocurre: Ellos son esposos. Él quiere quedarse en casa a ver el televisor. Ella necesita salir a comprar leche y unos víveres más para la comida que tiene pensado preparar mañana. Él se ofrece a darle dinero y le entrega las llaves del auto. Ella lo que quiere es consideración de su parte. Él se enoja y dice que no entiende. Ella cree que es algo más profundo, un indicio de que hay algo perdido en su matrimonio. Él llegó tarde a la casa, por el trabajo. Ella cree que la está engañando, y la comida y la compañía son una excusa para pasar más tiempo juntos y recobrar su matrimonio. Él acepta, rejego, a acompañarla. Ella le dice que ya no, que prefiere ir sola. Ya es demasiado tarde. 
Él va con el vidrio abajo y fuma un cigarrillo. Solo tiene cabello en las sienes y usa un bigote negro. Se ríe fuertemente y se le inflan los cachetes. Por el movimiento de sus ojos se nota que le va mirando el trasero. Me voltea a ver y avienta lo que queda de su cigarrillo hacia donde estoy. Pisa el acelerador y el auto sale del estacionamiento, hacia la avenida. 
Ella se queda observando al auto en movimiento. Su cara no es de molestia sino de vergüenza. Me mira, se da media vuelta y emprende hacia su propio automóvil ahí estacionado. 

Escena 3. 
En una habitación ubicada en la planta superior de una casa, una mujer está sentada frente al monitor de su computadora, es la una de la tarde. Al mismo tiempo, en una oficina casera a puerta cerrada, con las persianas bloqueando el sol, un hombre está sentado en su escritorio mientras teclea rápidamente en su computadora portátil. Estan hablando entre ellos. 
Así es como ocurre: Federico y Laura son una pareja de recién casados. Valeria y Paco son una pareja de recién casados. Laura y Federico compran la casa 207. Paco y Valeria compran la casa 209. Valeria y Laura se topan afuera, hablan de jardinería  y terminan yendo de compras y a almorzar juntas. Federico y Paco hablan de finanzas, discuten política y mencionan la posibilidad de hacer negocios juntos. Paco y Valeria son padrinos de Ana Celia, la hija mayor de Laura y Federico. Federico y Laura son padrinos de Panchito, el hijo menor de Valeria y Paco. Todos los sábados en la noche salen a cenar los cuatro. Últimamente, Laura toma un curso de psicología por las mañanas y Paco trabaja en servicio presencial a oficinas. Federico maneja su negocio en casa y Valeria está dando los últimos toques a su tesis de licenciatura desde la computadora familiar. 
Federico... ándale, mándame una foto. 
Valeria... no puedo, ya casi van a llegar Paco y los niños. 
Federico... nomás una, por favor, así con la tanga roja. 
Valeria... bueno, espérame. 
Federico... estoy a punto de explotar. 
Valeria... ja ja... imagínate que estoy abajo de tu escritorio, mi cabeza está entre tus piernas. 
Federico... ¡¡¡eso, eso!!! bájame los pantalones, métetela en la boca. 
Valeria... empiezo lento, despacito... 
Federico... ¿y qué más haces? 
...
Federico... ¿¿¿??? ¡¿Y luego?! 
Valeria... Ya llegó Paco, me tengo que ir a calentar la comida. 
Federico... noooo. 
Terminando de comer, Valeria está en el baño, lavándose los dientes, mientras Paco lee una revista en la cama. 
—¿Y qué hiciste hoy, amor?— pregunta Paco. 
—Nada, amor. Terminé un capítulo de la tesis. Pero todavía me falta.— respondió Valeria. 
—Ahhh. Oye, ¿y traías la tanga roja?— pregunta Paco. 
En menos de un mes, observo un letrero sobre la casa 209 que dice "EN VENTA". 

Escena 4.
En una habitación, adornada con un estante, libros, cajas de películas, discos, fotografías y ropa tirada por doquier, dentro de una casa sola, son más de las siete y empieza a anochecer. 
—Es que, no sé. 
—No pasa nada, en serio. Si quieres vemos una película. O vamos a cenar. 
—No, no. No es eso. Es que, no sé. 
—En serio, no hay problema. Te lo prometo. 
—Es que nunca he hecho esto. 
—Tranquila, shhh. 
Él le da un abrazo. Ella entierra la cara entre su hombro y su cuello. Él se acerca a su cabello, huele a frutas. Ella se ríe o llora, y se levanta para mirarlo a los ojos. Él la besa en la frente, después en la mejilla, justo debajo de su ojo, y luego en la zona donde termina su oreja. Ella sonríe, se moja los labios y deja salir un suspiro. 
Así es como ocurre: Se conocieron hace tiempo. Siempre hubo atracción pero nunca había aparecido un momento oportuno. Les gusta la misma música, opinan lo mismo sobre algunas novelas y se ríen en las mismas escenas cuando van al cine. Pueden platicar de casi cualquier tema durante horas y horas, y casi siempre concluyen que mejor deberían estar haciendo otras cosas. Una noche que cada uno estaba aburrido en su propia casa, decidieron salir a tomar unas copas. Ella pidió tequila, él pidió cervezas. Dejaban de platicar para solicitar canciones al cantinero. Ella traía bufanda y una falda, él traía una camiseta de Spider-Man con pantalón formal y zapatos de vestir. Dejaban de platicar para cantar. Ella se sentía gorda ese día, él le dijo que se veía mejor que el resto de las mujeres en el bar. Dejaron de platicar para darse un beso. Ella tenía que regresar temprano, él la tomó de la mano y la acompañó corriendo hasta su automóvil. Dejaron de platicar por un mes.
—Me encantas— dijo él, mirándola con asombro y mordiéndose el labio inferior. 
—Hace tanto tiempo que quería que pasara esto— dijo ella, lanzándose a su cuello y apretando sus labios contra los de él. 
—Confía en mí— dijo él y, echando la cabeza para atrás, le preguntó: —¿Confías en mí?—. Ella asintió múltiples veces. Él la recostó en la cama. —Todo va a estar bienElla acarició su cabello entre los dedos, —Lo sé. Él le desabotonó el cárdigan y luego la blusa color crema con pequeñas flores rojas. Ella le levantó la camiseta azul por encima de los brazos y la cabeza. Él le desabrochó el sostén con facilidad y hundió la boca en sus pechos. Ella respiraba agitadamente y movía las manos para desabrocharle el cinturón. Él bajó el cierre de la falda y la deslizó por sus piernas. Ella bajó sus pantalones hasta la rodilla y dejó que él hiciera el resto. —Andrés— dijo ella, entre suspiros, de forma entrecortada. Él la miró, sonrió y se lanzó a su boca. —Sofía— le dijo, entre besos y caricias. 
Follaron por casi dos horas y al terminar, después de compartir un cigarrillo, ella le dijo que tenía que irse. 
En otra habitación, decorada con pósters en las paredes y con música saliendo de una computadora, son las diez de la noche. 
—¿Y qué vas a hacer hoy, Andrés? 
—No sé, ¿y ustedes? 
—Vamos a ver una película. ¿No te quieres quedar? 
—No, ja ja ja. 
—Anda, no seas mamón. 
—No, Javier. Yo por mí me quedo. Pero van a hacer cosas de novios y no quiero interrumpir. 
—Que conste, eh. Bueno, pues ya vete yendo, ja ja. 
—Hasta luego, Andrés. Cuídate. 
—Nos vemos, Sofía— es lo último que digo antes de cerrar la puerta por detrás. 

5.9.12

Contraindicaciones

ADVERTENCIA: Este medicamento puede causar somnolencia. No conduzca automóviles ni opere maquinaria pesada mientras esté bajo los efectos de este medicamento. Si actualmente está en tratamiento, no lleve a sus hijos a jugar al parque cuando está oscureciendo, especialmente luego de los titulares que se publicaron en el periódico de esta mañana. Absténgase de consumir este medicamento si tiene que terminar una presentación para un cliente temprano al día siguiente, de lo contrario correrá el riesgo de perder su trabajo y dejar a su familia sin sustento económico. Si esta noche celebra su décimo aniversario de bodas y últimamente su matrimonio ha estado en las rocas, se sugiere ampliamente dejar de consumir el medicamento con al menos 24 horas de anticipación. Se recomienda interrumpir el consumo de este medicamento si tiene vocación de poeta, o existe la posibilidad que no vuelva a ver a su musa. Evite consumir este medicamento si espera un mensaje de un ser querido diciéndole que ha llegado con bien y que le extraña. No se aconseja el consumo de este medicamento a personas que se dedican a la vida galante, vampiros, duendes y otras creaturas de la noche. Y tú: tómate el doble de la dosis recomendada y llámame mañana. 

3.9.12

Dime con quién.

Dime con quién andas y no puedo dejar de ver tu nariz, preguntándome si te la operaste y pensando que "la otra no estaba mal", pero no logro identificar qué es lo que se ve distinto y pienso que quizá lo estoy imaginando, porque han pasado, qué, ocho o diez meses desde que te vi y es posible que no sea una cirugía sino que traigas un corte de cabello nuevo, aunque realmente no lo noto, así que entrecierro los ojos un poco para concentrarme en hallar la diferencia y pienso que tal vez el tabique es un poco más recto o la punta un poco más respingada, pero no, no termino de convencerme, y a lo mejor es que se vea más gruesa pero tampoco es eso, porque puede que ayer hayas ido a cenar y beber y que hoy te hayas levantado algo hinchada y eso afectaría aún y que tuvieras una nariz más esbelta, además que no se te ve panza, y me doy cuenta que no es una cuestión de anchura por lo que admiro todo el marco de tu cara: tu mentón parece igual y los pómulos no se ven especialmente levantados, ¿o será?, pero no, siguen en su lugar, y tampoco es que tengas más cachetes; sí, tus orejas son un tanto más grandes pero creo que eso es cuestión de la edad y eso me lleva invariablemente a notar que tienes un poco más de arrugas y se te notan algunas canas, pero eso no tendría por qué intervenir en mi percepción de tu nariz, y no puedo evitar cuestionarme por qué alguien se operaría la nariz si "la otra no estaba mal" y entonces pienso que tal vez nunca te hayas sentido bien con tu antigua nariz, o si te la operaste por alguien más y qué mal que alguien decida cambiar su aspecto por otra persona, y entonces recuerdo que me estás contando algo y que ya me tardé en responder, así que arqueo las cejas hacia arriba, sonrío un poco y te pregunto —¿Perdón?, es que estaba distraído— y trataré de prestarte atención esta vez pero, aceptémoslo, es probable que me distraiga de nuevo y--espera, ¿te operaste el busto? 

YOL lim ƒ(x)=0

YOLO: ¡Bah! Yo vivo y muero a cada rato. En días buenos, lo he hecho hasta 12 veces. En los mejores, solo dos o tres. Y digo que son buenos únicamente porque al final vivo, porque sé que me queda comenzar el día siguiente para seguir tratando.
Ocurre así: se me presenta una situación y con ella la posibilidad de decidir. Si elijo "A", vivo. Si elijo "B", muero. El problema es que la decisión no suele ser simple. Las opciones se extienden por todo el abecedario y existen múltiples variaciones para cada una de las letras. Así, si me voy por "C" muero pero no inmediatamente, aunque sí antes que en "A". También se da el caso que diferentes acciones llegan a un mismo resultado, y escogiendo "W" o "B2" pasa exactamente lo mismo que en "A". Pero suficiente de la técnica.
Ha sucedido, por ejemplo, que he pensado en ir a la tienda a comprar un café. Puedo ir en este momento o demorarme hasta terminar de escribir esto. De inicio existen implicaciones en cada una de las situaciones: tal vez el café me ayude a terminar de escribir más rápido, o quizá ir a la tienda rompa el flujo y entonces tardaré todavía más en acabar. Es posible, también, que ir ahora signifique un cigarrillo menos y que tomar un poco de sol me ayude a vivir 5 años más. Por otra parte, salir cuando hay más luz solar puede recaer en que me dé cáncer de piel y viva 15 años menos. Así, ya morí dos veces.
Luego, tomada la elección, se despliega un montón de alternativas propias de logística: ¿me voy por la calle o por la banqueta?, ¿la banqueta del lado izquierdo o la del derecho?, ¿en qué punto decido cruzar la calle?. Y si me voy por la banqueta del lado derecho, puede que venga un hombre en sentido contrario y justo cuando nos encontremos saque una navaja, la clave en mi estómago y robe mis pertenencias. Eso, sumado a que decidí salir al terminar de escribir, significa que fumé el cigarrillo extra y mi sangre fluye más rápido, por lo que probablemente moriré. En cambio, si mi trayecto por la banqueta no se ve truncado por un delincuente hipotético y hasta el final decido cruzar la calle, puede que en ese momento un vehículo manejado por un conductor descuidado no considere a mi persona y me atropelle por accidente. Así, ya morí otras dos veces. ¡La pena! 
Afortunadamente o no, esto ya no se presenta como un problema. Mi cerebro ha automatizado el proceso a través del que pienso en todas las posibilidades y dura apenas unos segundos. El verdadero problema es que cada vez considero más y más opciones, y contemplo todas sus consecuencias. Y si me puse los tenis rojos, moriré. Y si me puse la camisa azul, viviré. Y si bebí un vaso de leche a las 6:59 o a las 7:00 resulta en el cliché de "un minuto puede salvarte la vida". Así como estoy consciente que al escribir estas letras quizá estoy poniendo en marcha la serie de eventos que ha de llevar a mi muerte. Cero y van cinco. 
Además, últimamente he adquirido la maña de contabilizar factores externos que también pueden contribuir a que yo me mantenga con vida o no. A saber, las decisiones de la demás gente, la composición de las cosas que utilizo, incluso las condiciones climáticas son cruciales cuando se trata de vivir o morir. De forma que si mañana llueve mientras llevo puestos los zapatos con suela de cuero que hace tres años fabricó defectuosamente un niño taiwanés, y sin quererlo piso el chicle masticado que una mujer decidió tirar a la mitad de la acera por falta de sabor, entonces es probable que muera aplastado a causa de la viga de acero que el conductor de la grúa que construye el edificio al lado de mi oficina dejó caer, a partir de que derramó sobre sus piernas el café extremadamente caliente que el empleado de la cafetería de la esquina no vigiló. 
Ahora, no puedo dejar que todo esto me paralice. Y no es porque yo sea particularmente valiente; al contrario, es que surge el problema que, de quedarme inmóvil, probablemente no obtendría los nutrientes necesarios ni haría el ejercicio suficiente para salvar mi vida. Tampoco es que yo sea paranoico pero, a decir verdad, no quiero que mi muerte se deba a una decisión poco concienzuda. Mucho menos es que yo sea soberbio pero, basado en mi lógica, mi muerte probablemente afectaría la vida de alguien más, y definitivamente no quiero causarle daño a otra persona, ni siquiera de modo indirecto. 
Por último, quisiera decir, no es que yo le tenga un especial aprecio a mi vida -o para tal efecto a la vida en general. Pero ya me tocó vivir. Y, siendo honesto, la razón por la que decido seguir con vida es precisamente que esto de seguir tomando decisiones y ver cómo son afectadas por el resto del universo es por demás interesante. Así que concuerdo con el YOLO en lo de "sin mirar atrás"; mas no es falta de arrepentimiento, es que no vaya ser que recordando me mate. 



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N. El autor se disculpa de antemano por las muertes que la escritura o lectura de este texto pueda causar.